EN CLAVE SOCIAL

El “descubrimiento” de la Enfermedad de Parkinson

En 1997 la OMS instituyó el “Día Mundial del Parkinson” el 11 de abril, coincidiendo con la onomástica de James Parkinson

Por Juan José Ruiz Ezquerro. Jefe del Servicio de Neurología del Complejo Asistencial de Zamora.
Editor de ‘Neurosciences and History’, publicación oficial del Museo Archivo Histórico de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

El “descubrimiento” de la Enfermedad de Parkinson

El “descubrimiento” de la Enfermedad de ParkinsonEn 1817, James Parkinson publicó un libro de 66 páginas titulado “Ensayo sobre la parálisis agitante” (“An essay on the shaking palsy”), que es considerado el nacimiento oficial de la enfermedad que hoy lleva su nombre. Para ser más exactos, la fecha que asumimos como nacimiento es, en realidad, la de su bautismo, puesto que es evidente que la enfermedad existía con anterioridad. El mérito de James Parkinson consistió sobre todo en el reconocimiento de los síntomas, la relación entre ellos y su sistematización.

En su obra Parkinson siguió la costumbre al uso, prácticamente olvidada en la actualidad: revisó la evolución histórica del conocimiento sobre los aspectos más importantes de la enfermedad. A lo largo de su análisis demostró un conocimiento profundo de las fuentes clásicas y contemporáneas a la vez que un gran respeto por sus autores.

Las descripciones e interpretaciones de la enfermedad realizadas por Parkinson, son producto de una aguda capacidad de observación y no de una exploración activa. Por ello, la descripción de Parkinson no incluye uno de los pilares clínicos de la enfermedad: la rigidez extrapiramidal.

La Paralysis agitans

El capítulo I, “Definición. Historia. Casos ilustrativos” contiene la definición de la enfermedad bajo el nombre de Paralysis agitans:

“Movimiento trémulo involuntario, con disminución de la fuerza muscular, en partes del cuerpo no activas (en reposo) e incluso cuando se sujetan, con una propensión a doblar el tronco hacia delante y a pasar de andar a correr; los sentidos y la inteligencia permanecen indemnes”.

En 8 páginas resume de manera magistral la sintomatología y la evolución cronológica. En definitiva, la historia natural de la enfermedad. Incluso contempla aspectos clínicos que hoy denominamos genéricamente síntomas no motores de la enfermedad.

Es preciso señalar que las descripciones e interpretaciones de la enfermedad realizadas por Parkinson, son producto de una aguda capacidad de observación y no de una exploración activa. Por ello, la descripción de Parkinson no incluye uno de los pilares clínicos de la enfermedad: la rigidez extrapiramidal.

Este capítulo incluye descripciones, a modo de historias clínicas, de los casos en los que Parkinson sustenta la parálisis agitante como una nueva entidad nosológica. Se trata de 6 observaciones, una de ellas exclusivamente producto de la observación a distancia. Recomendamos y remitimos al lector interesado a la publicación original, que consideramos es de lectura obligada para cualquier neurólogo.

Tremor coactus y Scelotyrbe festinans

En el capítulo II “Síntomas patognomónicos examinados. Tremor coactus. Scelotyrbe festinans” revisa  dichos síntomas. En sus propias palabras:

“Movimiento trémulo involuntario, con disminución de la fuerza muscular voluntaria, en partes del cuerpo no activas e incluso sujetadas”

El temblor, manifestación más visible y llamativa de la enfermedad, no patognomónica y presente, en sus diversas modalidades, en otras enfermedades, aparece recogido en las obras de Hipócrates (s V-IV aC) y en otras culturas como la india, en Ayurveda (s V aC-III dC, pero de tradición anterior). El gran Galeno (s II dC) reunió y sistematizó los conocimientos de la antigüedad sobre el/los temblor/es en su libro “De tremore, palpitatione, convulsione et rigore” (“Sobre el escalofrío, el temblor, la palpitación y el espasmo”).

“Binas has tremoris species. Priman, quando quescenti homini involuntariis illis et alternis motibus agitantur membra, palpitationem dixit, posterionem vero, quae non fit nisi homo conetur partes quasdam moveré tremoren vocavit”

Boissier de Sauvages: “Un pintor, de edad de 50 años, tenía la particularidad, no solo de andar apresurado involuntariamente, sino que le era imposible volverse a derecha o izquierda hasta que hallaba una resistencia suficiente; y deteniéndose entonces, volvía poco a poco el cuerpo para seguir de nuevo en línea recta”.

Ya los clásicos establecieron las diferencias entre el temblor en movimiento (tremor) y el temblor en reposo al que designaban con el nombre de palpitación.

Durante toda la Edad Media y el Renacimiento, en mayor o menor grado, se mantuvo la concepción sobre las enfermedades (y por tanto sobre el temblor) de los clásicos, recuperados a través de los tratados de la medicina árabe, traducidos por las diversas escuelas de traductores (Toledo, Sicilia, Salerno).

A caballo entre los siglos XV y XVI Leonardo da Vinci también recogió en sus notas apuntes sobre el temblor. Algunos autores, en clara sobreinterpretación de los textos, han querido ver la primera descripción de la enfermedad que nos ocupa:

“Como los nervios actúan alguna vez por si mismos, sin mandamiento de otros oficiales o del alma. Esto aparece claramente, por lo que veras a los paralíticos y a los ateridos de frio mover sus temblorosos miembros, como cabeza y manos, sin el consentimiento del alma, la cual no podrá impedir con todas sus fuerzas que aquellos miembros tiemblen”  (Leonardo da Vinci, 1452-1519).

A modo de ejemplos, dos tratados influyentes de medicina del siglo XVI, de mediados y de finales del siglo: el primer libro monográfico sobre neurología de la Historia, “De cerebro morbis” (“Las enfermedades del cerebro”) publicado en 1549 por Jason Pratensis (Jason van der Velde) (1515-1564), al igual que «Observationum et curationum medicinalium ac chirurgicarum opera Omnia» (que podríamos traducir como “Enfermedades y su tratamiento médico y quirúrgico”) de Petrus Forestus ( Pieter van Foreest,  1521-1597), contemplan el temblor siguiendo las concepciones clásicas galénicas, pero no diferencian entre temblor de reposo y temblor en movimiento.

Hemos de esperar a la segunda mitad del siglo XVII para encontrar descripciones y estudios médicos sobre el temblor que aporten aspectos novedosos.

En 1671 Franciscus de le Böe (Conocido como Franciscus Sylvius) (1614-1672) en “Praxeos medicae. Idea nova” y posteriormente en toda su “Opera medica”, reconoce los dos tipos de temblor de los clásicos, si bien los denomina motu trémulo (temblor en movimiento) y tremor coactus (temblor en reposo). Al igual que Gerard van Swieten ( 1700-1772) en sus Comentarios a los aforismos de Boerhave, publicados en el tercer cuarto del siglo XVIII.

Johann Juncker (1679-1759), en “Conspectus pathologiae….” Publicada en 1736 clasifica a los temblores en activos y pasivos

La clasificación galénica, con ligeras variaciones fue perfilada por Charcot en 1887, 70 años después de la publicación de James Parkinson. En ella se contempla un temblor intencional (que se corresponde con el tremor de Galeno, el motu trémulo de Sylvius o el temblor activo de Juncker) y un temblor de reposo (la palpitación de Galeno, el tremor coactus de Sylvius y Parkinson y el temblor pasivo de Juncker).

El segundo de los “síntomas” analizados es scelotyrbe festinans: “Propensión a doblar el tronco hacia adelante y a pasar de caminar a correr”.

Scelotyrbe etimológicamente significa desorden de las piernas (“piernas descontroladas”) y festinans, apresuradas o aceleradas. El término, de uso controvertido e irregular en ocasiones, de camptocormia no hará su aparición en la literatura médica hasta 1915.

Descrita bajo dicha denominación por François Boissier de Sauvages  de Lacroix  (1706-1767) en su “Nosologia Methodica” (1763) junto con diversas categorías del temblor, aparece gráficamente descrita, aunque sin denominación expresa, en la obra de Hieronymus David Gaubius (1705-1780) “Institutiones pathologiae medicinalis” (1758):

“…, ví a uno que correr, no andar, podía.”  (“… ví a uno que no podía andar pero corría”)

Antonio Ballano, en su Diccionario de Medicina y Cirugía, publicado en Madrid el mismo año que el Ensayo de Parkinson, describe la escelotirbe apresurada utilizando una observación de Boissier de Sauvages: “Un pintor, de edad de 50 años, tenía la particularidad, no solo de andar apresurado involuntariamente, sino que le era imposible volverse a derecha o izquierda hasta que hallaba una resistencia suficiente; y deteniéndose entonces, volvía poco a poco el cuerpo para seguir de nuevo en línea recta”.

Del diagnóstico diferencial al tratamiento

En el capítulo III del Ensayo, Parkinson se ocupa del diagnóstico diferencial de la enfermedad, que cifra en la cronología de la enfermedad (de evolución muy lenta en relación con otras parálisis), la presencia de agitación que en ocasiones precede a la debilidad y la ausencia de alteraciones sensitivas así como en las características del temblor.

Parkinson localiza la lesión, la causa próxima, en la médula superior y médula oblongata y, en ausencia de antecedentes previos reconocibles y basándose en casos con sintomatología similar, la atribuye a una inflamación medular y meníngea de origen reumático, aun reconociendo su ignorancia sobre su naturaleza exacta.

El capítulo IV, el mas extenso, se ocupa de la etiología y etiopatogenia. “Causa próxima. Causas remotas. Casos ilustrativos”. Parkinson localiza la lesión, la causa próxima, en la médula superior y médula oblongata y, en ausencia de antecedentes previos reconocibles y basándose en casos con sintomatología similar, la atribuye a una inflamación medular y meníngea de origen reumático, aun reconociendo su ignorancia sobre su naturaleza exacta.

El último de los capítulos se ocupa del tratamiento. “Consideraciones relativas a los medios de curación”. Como parte de la base del desconocimiento de las causas remotas y de la localización de la causa próxima a nivel cervical alto, no debe extrañarnos que Parkinson se muestre poco optimista en cuanto a las posibilidades de curación y que todas las medidas que proponga sean actuaciones locales a nivel cervical posterior como vesicatorios, drenajes y ventosas.

En 1862, Charcot, rebautizó la enfermedad con el nombre de enfermedad de Parkinson, epónimo por el que la conocemos en la actualidad. Con Vulpian y con su escuela de la Salpetriere sistematizó la semiología de la enfermedad incluyendo la rigidez como parte de la tríada clínica  clásica.

Otros nombres ocupan lugares importantes en la historia de la enfermedad de Parkinson (Hunter, Ordenstein, de Saint-Leger, Denombre, Cooke, Gowers, Brissaud,  Trouseau, …), pero su análisis excede los límites de esta breve revisión dedicada al “nacimiento” o descubrimiento de la enfermedad.

No obstante es inexcusable, y de justicia,  mencionar a Pápai Páriz Ferenc (1649-1716), médico húngaro que publicó en 1690 en su idioma vernáculo “Pax corporis”, en el que al parecer se encuentra la primera descripción de la enfermedad que nos ocupa, 127 años antes.

 

Bibliografía

  1. Sacks O. Migraine. Vintage Books, 1970.
  2. Parkinson J. An essay on the shaking palsy. London: Sherwood, Neely, and Jones, 1817.
  3. Galen. De trernore, palpitatione, convulsione, et rigore. In: Kuhn CG, ed. Opera omniu. Knobloch, Germany: Lipsiae, 1824;7:584- 642 [Sider D, McVaugh M, trans. Truns Stud Cull Physicians Phila 1979;l: 183-2101.
  4. Pratensis J. De cerebri morbis, hoe est ,fkrme omnibus curandis. Basel: Petri, 1549.
  5. Foreest P Van. Observationurn et curationuni medicinulium, ac chirurgicarum opera omnia. Rothomagi: Joan. & Davidis Berthelin,1653.
  6. Deleboe, Sylvii F. Opera medica (editio altera correctior & emendatior). Amstelodami, apud Danielem Elsevirium, et Abrahamum Wolfgang, 1680 [Praxeos medicae idea nova, Liber I, Caput XLII De spirituum animalium per nervos motu laeso]:29 1-294.
  7. Juncker, J. Conspectus pathologiae ad dogmata Stahliana praecipue adornatae et semeiologiae potissimum Hippocratico-Galenicae in forma tabularum repraesentatus. Halae Magdaburgicae, 1736.
  8. Van Swieten G. Commentaria in Hemanni Boerhaave aphorismos de cognoscendis et curandis morbis. Lugduni Batavorum, The Netherlands: Verbeek, 1742-1772 (vol 2, 1745:180-188).
  9. Gaubius, HD. Institutiones pathologiae medicinalis. Leidae Batavorum, 1758.
  10. Boissier de Sauvages de Lacroix, F. Nosologia methodica sistens morborum classes, genera et species, juxta Sydenhami mentem et Botanicorum ordinem, Ámsterdam : Frères De Tournes, 1763,
  11. Charcot, J.-M. & Vulpian, A. De la paralysie agitante. A propos d’un cas tiré de la clinique du Professeur Oppolzer [Francés]. Gaz. Hebdom. Medicina. Chir . 8 , 765–767; 816–820; 9 , 54–59 (1861–1862).
  12. Charcot JM. De la paralysie agitante. En: Oeuvres complètes. Leçons sur les maladies du système nerveux. Tomo I. París: Bureaux du Progrès Médical; 1892. pp. 155-188
  13. Pápai  Páriz  F.  –  Pax  corporis,  az  az  az  emberi  testnek  belső  nyavalyáinak   okairól,   fészkeiről   ’s   azoknak   orvoslásának   módgyáról való tracta …,. Némethi Mihály, Kolozsvár, 1690.
  14. Bereczki D. The description of all 4 cardinal signs of Parkinson’s disease  in  a  Hungarian  medical  text  in  1690.  Parkinsonism  and Related Disorders 2010;16:290-293.
El “descubrimiento” de la Enfermedad de Parkinson

E n 1817, James Parkinson publicó un libro de 66 páginas titulado “Ensayo sobre la parálisis agitante” (“An essay on the shaking palsy”), que es considerado el nacimiento oficial de la enfermedad que hoy lleva su nombre. Para ser más exactos, la fecha que asumimos como nacimiento es, en realidad, la de su bautismo, puesto que es evidente que la enfermedad existía con anterioridad. El mérito de James Parkinson consistió sobre todo en el reconocimiento de los síntomas, la relación entre ellos y su sistematización.

En su obra Parkinson siguió la costumbre al uso, prácticamente olvidada en la actualidad: revisó la evolución histórica del conocimiento sobre los aspectos más importantes de la enfermedad. A lo largo de su análisis demostró un conocimiento profundo de las fuentes clásicas y contemporáneas a la vez que un gran respeto por sus autores.

Las descripciones e interpretaciones de la enfermedad realizadas por Parkinson, son producto de una aguda capacidad de observación y no de una exploración activa. Por ello, la descripción de Parkinson no incluye uno de los pilares clínicos de la enfermedad: la rigidez extrapiramidal.

La Paralysis agitans

El capítulo I, “Definición. Historia. Casos ilustrativos” contiene la definición de la enfermedad bajo el nombre de Paralysis agitans:

“Movimiento trémulo involuntario, con disminución de la fuerza muscular, en partes del cuerpo no activas (en reposo) e incluso cuando se sujetan, con una propensión a doblar el tronco hacia delante y a pasar de andar a correr; los sentidos y la inteligencia permanecen indemnes”.

En 8 páginas resume de manera magistral la sintomatología y la evolución cronológica. En definitiva, la historia natural de la enfermedad. Incluso contempla aspectos clínicos que hoy denominamos genéricamente síntomas no motores de la enfermedad.

Es preciso señalar que las descripciones e interpretaciones de la enfermedad realizadas por Parkinson, son producto de una aguda capacidad de observación y no de una exploración activa. Por ello, la descripción de Parkinson no incluye uno de los pilares clínicos de la enfermedad: la rigidez extrapiramidal.

Este capítulo incluye descripciones, a modo de historias clínicas, de los casos en los que Parkinson sustenta la parálisis agitante como una nueva entidad nosológica. Se trata de 6 observaciones, una de ellas exclusivamente producto de la observación a distancia. Recomendamos y remitimos al lector interesado a la publicación original, que consideramos es de lectura obligada para cualquier neurólogo.

Tremor coactus y Scelotyrbe festinans

En el capítulo II “Síntomas patognomónicos examinados. Tremor coactus. Scelotyrbe festinans” revisa  dichos síntomas. En sus propias palabras:

“Movimiento trémulo involuntario, con disminución de la fuerza muscular voluntaria, en partes del cuerpo no activas e incluso sujetadas”

El temblor, manifestación más visible y llamativa de la enfermedad, no patognomónica y presente, en sus diversas modalidades, en otras enfermedades, aparece recogido en las obras de Hipócrates (s V-IV aC) y en otras culturas como la india, en Ayurveda (s V aC-III dC, pero de tradición anterior). El gran Galeno (s II dC) reunió y sistematizó los conocimientos de la antigüedad sobre el/los temblor/es en su libro “De tremore, palpitatione, convulsione et rigore” (“Sobre el escalofrío, el temblor, la palpitación y el espasmo”).

“Binas has tremoris species. Priman, quando quescenti homini involuntariis illis et alternis motibus agitantur membra, palpitationem dixit, posterionem vero, quae non fit nisi homo conetur partes quasdam moveré tremoren vocavit”

Boissier de Sauvages: “Un pintor, de edad de 50 años, tenía la particularidad, no solo de andar apresurado involuntariamente, sino que le era imposible volverse a derecha o izquierda hasta que hallaba una resistencia suficiente; y deteniéndose entonces, volvía poco a poco el cuerpo para seguir de nuevo en línea recta”.

Ya los clásicos establecieron las diferencias entre el temblor en movimiento (tremor) y el temblor en reposo al que designaban con el nombre de palpitación.

Durante toda la Edad Media y el Renacimiento, en mayor o menor grado, se mantuvo la concepción sobre las enfermedades (y por tanto sobre el temblor) de los clásicos, recuperados a través de los tratados de la medicina árabe, traducidos por las diversas escuelas de traductores (Toledo, Sicilia, Salerno).

A caballo entre los siglos XV y XVI Leonardo da Vinci también recogió en sus notas apuntes sobre el temblor. Algunos autores, en clara sobreinterpretación de los textos, han querido ver la primera descripción de la enfermedad que nos ocupa:

“Como los nervios actúan alguna vez por si mismos, sin mandamiento de otros oficiales o del alma. Esto aparece claramente, por lo que veras a los paralíticos y a los ateridos de frio mover sus temblorosos miembros, como cabeza y manos, sin el consentimiento del alma, la cual no podrá impedir con todas sus fuerzas que aquellos miembros tiemblen”  (Leonardo da Vinci, 1452-1519).

A modo de ejemplos, dos tratados influyentes de medicina del siglo XVI, de mediados y de finales del siglo: el primer libro monográfico sobre neurología de la Historia, “De cerebro morbis” (“Las enfermedades del cerebro”) publicado en 1549 por Jason Pratensis (Jason van der Velde) (1515-1564), al igual que «Observationum et curationum medicinalium ac chirurgicarum opera Omnia» (que podríamos traducir como “Enfermedades y su tratamiento médico y quirúrgico”) de Petrus Forestus ( Pieter van Foreest,  1521-1597), contemplan el temblor siguiendo las concepciones clásicas galénicas, pero no diferencian entre temblor de reposo y temblor en movimiento.

Hemos de esperar a la segunda mitad del siglo XVII para encontrar descripciones y estudios médicos sobre el temblor que aporten aspectos novedosos.

En 1671 Franciscus de le Böe (Conocido como Franciscus Sylvius) (1614-1672) en “Praxeos medicae. Idea nova” y posteriormente en toda su “Opera medica”, reconoce los dos tipos de temblor de los clásicos, si bien los denomina motu trémulo (temblor en movimiento) y tremor coactus (temblor en reposo). Al igual que Gerard van Swieten ( 1700-1772) en sus Comentarios a los aforismos de Boerhave, publicados en el tercer cuarto del siglo XVIII.

Johann Juncker (1679-1759), en “Conspectus pathologiae….” Publicada en 1736 clasifica a los temblores en activos y pasivos

La clasificación galénica, con ligeras variaciones fue perfilada por Charcot en 1887, 70 años después de la publicación de James Parkinson. En ella se contempla un temblor intencional (que se corresponde con el tremor de Galeno, el motu trémulo de Sylvius o el temblor activo de Juncker) y un temblor de reposo (la palpitación de Galeno, el tremor coactus de Sylvius y Parkinson y el temblor pasivo de Juncker).

El segundo de los “síntomas” analizados es scelotyrbe festinans: “Propensión a doblar el tronco hacia adelante y a pasar de caminar a correr”.

Scelotyrbe etimológicamente significa desorden de las piernas (“piernas descontroladas”) y festinans, apresuradas o aceleradas. El término, de uso controvertido e irregular en ocasiones, de camptocormia no hará su aparición en la literatura médica hasta 1915.

Descrita bajo dicha denominación por François Boissier de Sauvages  de Lacroix  (1706-1767) en su “Nosologia Methodica” (1763) junto con diversas categorías del temblor, aparece gráficamente descrita, aunque sin denominación expresa, en la obra de Hieronymus David Gaubius (1705-1780) “Institutiones pathologiae medicinalis” (1758):

“…, ví a uno que correr, no andar, podía.”  (“… ví a uno que no podía andar pero corría”)

Antonio Ballano, en su Diccionario de Medicina y Cirugía, publicado en Madrid el mismo año que el Ensayo de Parkinson, describe la escelotirbe apresurada utilizando una observación de Boissier de Sauvages: “Un pintor, de edad de 50 años, tenía la particularidad, no solo de andar apresurado involuntariamente, sino que le era imposible volverse a derecha o izquierda hasta que hallaba una resistencia suficiente; y deteniéndose entonces, volvía poco a poco el cuerpo para seguir de nuevo en línea recta”.

Del diagnóstico diferencial al tratamiento

En el capítulo III del Ensayo, Parkinson se ocupa del diagnóstico diferencial de la enfermedad, que cifra en la cronología de la enfermedad (de evolución muy lenta en relación con otras parálisis), la presencia de agitación que en ocasiones precede a la debilidad y la ausencia de alteraciones sensitivas así como en las características del temblor.

Parkinson localiza la lesión, la causa próxima, en la médula superior y médula oblongata y, en ausencia de antecedentes previos reconocibles y basándose en casos con sintomatología similar, la atribuye a una inflamación medular y meníngea de origen reumático, aun reconociendo su ignorancia sobre su naturaleza exacta.

El capítulo IV, el mas extenso, se ocupa de la etiología y etiopatogenia. “Causa próxima. Causas remotas. Casos ilustrativos”. Parkinson localiza la lesión, la causa próxima, en la médula superior y médula oblongata y, en ausencia de antecedentes previos reconocibles y basándose en casos con sintomatología similar, la atribuye a una inflamación medular y meníngea de origen reumático, aun reconociendo su ignorancia sobre su naturaleza exacta.

El último de los capítulos se ocupa del tratamiento. “Consideraciones relativas a los medios de curación”. Como parte de la base del desconocimiento de las causas remotas y de la localización de la causa próxima a nivel cervical alto, no debe extrañarnos que Parkinson se muestre poco optimista en cuanto a las posibilidades de curación y que todas las medidas que proponga sean actuaciones locales a nivel cervical posterior como vesicatorios, drenajes y ventosas.

En 1862, Charcot, rebautizó la enfermedad con el nombre de enfermedad de Parkinson, epónimo por el que la conocemos en la actualidad. Con Vulpian y con su escuela de la Salpetriere sistematizó la semiología de la enfermedad incluyendo la rigidez como parte de la tríada clínica  clásica.

Otros nombres ocupan lugares importantes en la historia de la enfermedad de Parkinson (Hunter, Ordenstein, de Saint-Leger, Denombre, Cooke, Gowers, Brissaud,  Trouseau, …), pero su análisis excede los límites de esta breve revisión dedicada al “nacimiento” o descubrimiento de la enfermedad.

No obstante es inexcusable, y de justicia,  mencionar a Pápai Páriz Ferenc (1649-1716), médico húngaro que publicó en 1690 en su idioma vernáculo “Pax corporis”, en el que al parecer se encuentra la primera descripción de la enfermedad que nos ocupa, 127 años antes.

 

Bibliografía

  1. Sacks O. Migraine. Vintage Books, 1970.
  2. Parkinson J. An essay on the shaking palsy. London: Sherwood, Neely, and Jones, 1817.
  3. Galen. De trernore, palpitatione, convulsione, et rigore. In: Kuhn CG, ed. Opera omniu. Knobloch, Germany: Lipsiae, 1824;7:584- 642 [Sider D, McVaugh M, trans. Truns Stud Cull Physicians Phila 1979;l: 183-2101.
  4. Pratensis J. De cerebri morbis, hoe est ,fkrme omnibus curandis. Basel: Petri, 1549.
  5. Foreest P Van. Observationurn et curationuni medicinulium, ac chirurgicarum opera omnia. Rothomagi: Joan. & Davidis Berthelin,1653.
  6. Deleboe, Sylvii F. Opera medica (editio altera correctior & emendatior). Amstelodami, apud Danielem Elsevirium, et Abrahamum Wolfgang, 1680 [Praxeos medicae idea nova, Liber I, Caput XLII De spirituum animalium per nervos motu laeso]:29 1-294.
  7. Juncker, J. Conspectus pathologiae ad dogmata Stahliana praecipue adornatae et semeiologiae potissimum Hippocratico-Galenicae in forma tabularum repraesentatus. Halae Magdaburgicae, 1736.
  8. Van Swieten G. Commentaria in Hemanni Boerhaave aphorismos de cognoscendis et curandis morbis. Lugduni Batavorum, The Netherlands: Verbeek, 1742-1772 (vol 2, 1745:180-188).
  9. Gaubius, HD. Institutiones pathologiae medicinalis. Leidae Batavorum, 1758.
  10. Boissier de Sauvages de Lacroix, F. Nosologia methodica sistens morborum classes, genera et species, juxta Sydenhami mentem et Botanicorum ordinem, Ámsterdam : Frères De Tournes, 1763,
  11. Charcot, J.-M. & Vulpian, A. De la paralysie agitante. A propos d’un cas tiré de la clinique du Professeur Oppolzer [Francés]. Gaz. Hebdom. Medicina. Chir . 8 , 765–767; 816–820; 9 , 54–59 (1861–1862).
  12. Charcot JM. De la paralysie agitante. En: Oeuvres complètes. Leçons sur les maladies du système nerveux. Tomo I. París: Bureaux du Progrès Médical; 1892. pp. 155-188
  13. Pápai  Páriz  F.  –  Pax  corporis,  az  az  az  emberi  testnek  belső  nyavalyáinak   okairól,   fészkeiről   ’s   azoknak   orvoslásának   módgyáról való tracta …,. Némethi Mihály, Kolozsvár, 1690.
  14. Bereczki D. The description of all 4 cardinal signs of Parkinson’s disease  in  a  Hungarian  medical  text  in  1690.  Parkinsonism  and Related Disorders 2010;16:290-293.